lunes, 18 de abril de 2016

Vivir.~♥

Por alguna razón en un momento de mi vida veía mi mundo completamente en blanco y negro lo más cercano a los colores eran las tonalidades grises que había en los jardines y cuando me veía al espejo sólo mis ojos tenían a penas un color claro semejante a la miel quemada.
Los sonidos a mi alrededor eran aturdidores y molestos cuando se presentaban, aunque la mayor parte del tiempo había un abrumador silencio del cuál ya estaba acostumbrada a que me acompañara.
Cuando olía las flores sentía más el césped, sólo si tenía mucha suerte eran de las bonitas plantas grisáceas, y aunque era muy rara vez, cuando llovía, el olor a tierra mojada me relajaba.
Casi todo me sabía pastoso al comer, y las bebidas sin gusto alguna. Era como vivir fuera de la Matrix donde siempre se alimentaban de lo mismo día tras día sin parar.
Los objetos eras ásperos, imperfectos, con pinchos, pegajosos, desagradable al tacto que daban incomodidad. Y algunos no provocaban sensación alguna.

Todo eso cambió cuando me encontraba sentada en el banco de una plaza, al cuál solía visitar seguido por los jardines, estaba dibujando bocetos desiguales del paisaje, que estaba algo cerca de mí, intentando mejorar mi técnica que mucha práctica le faltaba. De derecha a izquierda había un manzano creciendo al lado de otro manzano seguido del tronco de un árbol talado y tumbado que era ahora un hogar natural gigante para cientos de flores plantadas su parte superior, un poco detrás unos cerezos estaban juntos a otros tipos de árboles frutales y muchos arbustos rodeaban curvo varios tipos de flores por el jardín, con un camino de piedras por el pasto que conectaban distintos puntos del lugar para recorrer el lugar. Y también estaban bajo mis pies.
Los dedos comenzaron a dolerme un poco de tanto sostener el lápiz, mi mano parecía entumecida y aún así intentaba continuar, sentía el rose áspero del papel mientras observaba detenidamente las líneas y trazos hechos y corregía algunas cosas que no me gustaban, habré estado unos cinco ó diez minutos en ello y luego de echar el último vistazo a la hoja volví a levantar mi vista para continuar dicho paisaje, fue ahí cuando sucedió al fin.
La vi de perfil sentada en el suelo como indio posando su espalda contra el tronco, las copas de un cerezo estaban sobre ella y algunas hojas caían por ahí. Sostenía un libro con una tapa de objetos extraños y vestía de una manera personal. Pero eso no fue lo que más me sorprendió...

En este mundo de blanco y negro, con todo apagado, ella y solamente ella, pudo romper los esquemas y las normas de este lugar. Tenía colores, colores que resaltaban a kilómetros de distancia, se venían hermosos, fuertes y brillantes. Inconfundibles. Lo único negro que aún tenía era su cabello, su piel era clara pero no blanca, su blusa era de un color que trasmitía pasión, a diferencia que sus pantalones de jean, representaban el misterio y calma que siente uno a mirar el mar por las noches.
Tenía cosas en sus muñecas de diferentes tonalidades, estaba asombrada, ella radiaba, tenía color.
Mi mundo de un instante a otro fue coloreado con su presencia. Imaginé que de tanto mirarla se sintió observada y por eso volteó a mí. No supe qué hacer, miré mi hoja rápidamente y titubeé con mi lápiz sonrojada, escuché una leve risa que hizo que mis ojos regresaran a verla asombrada. Estaba mirándome y sonrió un poco más, cerró su libro mientras se levantaba y se dirigió hacia mí a paso lento. Era raro verla en color, era raro verla tan natural como si no supiera que resalta. Se paró frente a mí y aún no podía quitarle los ojos de encima aunque sentía que me hundía de la vergüenza.

- Hola, ¿puedo sentarme a tu lado?.- Miró mi cuaderno cuando hablaba.
- Sí, claro.- Intenté estar tranquila y seguir con lo mío, me hice a un lado para dejarle espacio y se sentó apoyando su libro en sus piernas.
- Y dime... ¿Qué dibujas?
- Los árboles, las flores, las hojas, casi todo lo que veo.-Dejé el lápiz en la hoja y cerré el cuaderno.- ¿Y qué lees?.-Miró el libro y luego volteó a mí sonriendo.

Una tranquila conversación se presentó y medida pasaba el tiempo siguió fluyendo y cada vez más mi corazón se llenaba de emoción y alegría. Teníamos tanto en común que daba miedo pensarlo mucho.
Había notado que sus voz era muy agradable al oírla, relajaba mis músculos haciendo olvidarme de todo el mal. Tenía un aroma muy dulce que deleitaba mi sentido y me hacía imaginarme un mundo mejor. Mis ojos ya se acostumbraban a verla colorida, eran experiencias nuevas que me estaban encantando y no podía dejar de disfrutar, ni quería hacerlo. Aunque ya era hora de irme, tuve que despedirme un poco triste pero contenta a la vez por haberla conocido.
Cuando llegué a mi casa, no podía dejar de pensar en ella, como era tan distinta al resto, era única y no podía sacarla de mi mente, ansiando que llegase el otro día para volvernos a ver como quedamos en el mismo lugar. Fue increíble, nunca me había divertido tanto con alguien ni conectado tan bien.
Han pasado muchos años desde aquél día, recuerdo tres años después de eso estábamos conversando profundamente de sensaciones, pensamientos y sentimientos nuestros y no pude evitar contarle que yo la veía de una manera especial, que con ella sentía lo que con el resto del planeta no, que había activado varios de mis sentidos... Se sorprendió al oírme pero por suerte pareció algo bueno que lo dijera. Me miró feliz a los ojos con algo de curiosidad y no pudo evitar acercarse más a mí mientras caminábamos en aquella noche por la ciudad inundada de luces y muy pocos locales abiertos siendo esa la razón principal por la que transcurriera a penas algo de gente por allí.

- ¿Cómo sería eso?.- Preguntó mientras seguíamos caminando la una al lado de la otra por la vereda.
- Es como si mi mundo estuviera totalmente en blanco y negro.- Lo dije, suspiré fuerte e intenté calmar mi acelerado corazón pero era algo casi imposible de lograr.
- ¿Ves todo el mundo así?.- Volteó a verme sorprendida.
- Sí, todo...-Intenté contenerle la mirada pero no pude y voltee al suelo:- Todo es igual, a excepción de algo.
- ¿De qué?.- Quedó un tenue silencio, y me detuve.
- De ti... Tú eres la única que tiene colores, como si en un mundo sin sonidos tu emitieras una bella melodía, que el único aroma dulce proviniera de ti, que al tocarte sintiera la suavidad de los pétalos de las rosas más oscuras y suaves. Revivís casi todos mis sentidos.
- ¿Casi?.- Regresó para verme y se paró frente a mi rostro.

La temperatura de mi cuerpo comenzó a elevarse rápidamente, tragué saliva y suspiré levemente viéndome en el reflejo de sus ojos hasta que volví a contemplar sus rasgos, sus lindos y brillantes colores, la melodía tierna de su respiración y su acaramelado aroma que se volvía más fuerte.
Mis manos fueron lento a sus mejillas, se apoyaron despacio y mis pulgares acariciaban con ternura su piel hecha de delicados pétalos, su mano izquierda tomó mi antebrazo derecho y su otra mano libre me sujetó de la cintura provocando que nuestros cuerpos se acercaran cada vez más y más. Relamió sus carnocitos labios antes de tomar una bocanada de aire y vaciar sus pulmones, suspiré de igual manera.
Paulatinamente abordaba mi boca hacia la suya hasta que ella se apoderó al final de mis labios abrazándolos con los suyos en un largo beso. Mi cuerpo liberó la tensión cerrando mis ojos como ella y mi corazón palpitaba tan fuerte que si no lo detenía iba a explotar, pero se sentía tan delicioso y cálido. Me daba cortos y suaves besos con ternura, acción que provocaba mil mariposas que daban inquietas cosquillas a mi estómago. Los presionaba sutilmente y me dejé llevar, de pronto su boca colocó de manera fuerte un beso que hizo que abriera un poco mis labios, y a través de ahí, tímidamente su lengua se infiltró. Si las sensaciones estaban siendo imponentes, ahora sentía que iba a desplomarme por completo. Tocábamos nuestros labios una y otra vez, nuestras lenguas jugueteaban un coqueto ritual apasionado como el mismísimo fuego. Parecía querer demostrar quién era más rápida, más placentera y más profunda. Sentí el sabor más azucarado en el universo, fueron los minutos más exquisitos y largos de mi vida desde hacía años. Me había completado al fin, tenía todo de vuelta en mí gracias a ella. La rareza más elegante y majestuosa de mi vida.
Su lengua se despidió en una leve caricia de la mía, nuestros labios se sujetaron por última vez en un delicado beso y volvimos a respirar juntas donde nuestros alientos cálidos se mezclaron.
Y nos llenamos de amor increíblemente puro y hermoso.

Sé que el abrazó que nos dimos después de aquél beso
hizo que vuele a un mundo nuevo, lleno de vida.
Y desde hace dos años ella me ha ayudado a colorear todo mi mundo,
pero aún es la única persona que tiene color en él, y sé que sólo ella siempre lo tendrá.






Amar como la luna ama estar en las noches oscuras, 
y que a pesar de no siempre llegar a ver su amado sol
sabe que siempre estará ahí para ella.~

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