Insegura del amor, incómoda de lo desconocido, incorrectas amistades e inestable por los familiares.
Tragó su orgullo y aguantó sentirse tan horrible, tan mal, trató de adaptarse a lo nuevo, seleccionando bien a la gente que la rodea y mejorar por ella, pero obligada a mejorar aún más por los demás. Para no decepcionar a nadie y no sentir el rechazo... otra vez.
Cerró los ojos, todos los lugares cálidos desaparecieron, su entorno se derrumbó, indudablemente el área estaba completa por escombros de recuerdos y sensaciones, se vio todo distante de lo natural, emerge un frío espeso y su cuerpo quedó cubierto por una manta brillosa de escarcha. Las sonrisas combatía el puesto por estar en el pálido rostro de la joven y no privarles ni el más mínimo espacio a las lagrimas. La sensación de augurio en el pecho la mantuvo alerta, comenzó a resollar de manera constante, iba en aumento, se volvía fuerte el sonido de su garganta seca pidiendo ayuda.
Nadie percibió sus alaridos, de igual manera, resistió sola y así no quedaría vulnerable en la penumbra. No esperó sentada para vivir en la luz. Indagó su alrededor con desasosiego, buscó un método para encontrar la paz y una táctica que logre alejarla de la oscuridad. Se esforzó hasta el cansancio, tanto físico, como mental y emocionalmente. La claridad estaba aproximándose, pero ella no lo intuía, sólo anhelaba que todo el acontecimiento cediera a su favor.
Ideas nuevas se rociaron por su mente como el regador que humedece al césped. Hizo lo que pudo, con todo lo que tenía en su entorno, cicatrices nuevas se fueron creando y viejas renacieron como las flores casi marchitas en la primavera. Era indudable que su anhelo era buscar la estrategia para deshacer las cosas desagradable. Tomó una bocanada de aire, mezclo recuerdos buenos y otros no tanto, se volvió fuerza interna y perseverancia. Se empeño demasiado, que sin percatarse, lo consiguió, tras diversos intentos logró su cometido al fin. Pudo vencer el cansancio, la fatiga de su mente y la tristeza se disolvió como un hielo bajo el ardiente sol en verano.
Satisfecha y encantada atrapó la tranquilidad con su alma pura e ingenua. Esbozaba sonrisas sin cesar e instantáneamente se sintió ligera, sin peso alguno.
Comenzó a ver como todo se distorsiona, los escombros se restauran de manera desigual y el calor se sumerge en el aire con certidumbre nuevamente. La soledad ya no existía, por más que estuviera sin compañía a miles de kilómetros y sin contacto por décadas.
Seguir su camino fue su misión, por más que observaba, como en absoluto, se derrumbaba lo que más estimaba, no se detuvo y así descubrió lentamente como su persona la resguardo de todo el daño que vivió sin que lo imaginara, supo que no hay que dejarse vencer ni en lo más mínimo. Apreció cada recuerdo e hizo lugar para nuevos.
Al abrir los ojos despertó en su cama, la quietud reposaba en totalidad sobre ella, luego de lo vivido sólo quiso volver a descansar en la filosofía de sus sueños.~
Aprendió que todo se supera, todo cambia, se modifica
y otras cosas se quedaran para siempre en ella.
Sí, eso fue lo que comprendí aquella noche.~♥
