sábado, 27 de junio de 2020

Un día de verano.



Un día decidí ver Given, me lo habían recomendado con la advertencia que me haría llorar bastante, pero sin darse cuenta, me hicieron ver algo que abriría una herida que aunque me digo que está sanada, realmente no es del todo así, nunca me atreví a hablar abiertamente de esto porque tenía 17 años a penas cumplidos y siempre me hice creer a mí misma que no era real, pero a una edad ya no podés engañarte y debés aceptarlo tal cuál fue, tal cuál pasó. Y aunque fue un amor de unos meses, a día de hoy sigo sin poder perdonarme por no lograr evitar que se vaya. Atesoro sus melodías, sus poesías, y fotos en un viejo cajón, que tal vez algún día decida deshacerme de ellas para poder al fin dejarla ir.
Sentí el dolor de Mafuyu completamente, está tan bien plasmado el dolor de una perdida de ese estilo, uno por mucho tiempo pierde la capacidad de expresarse o sentir emoción alguna, debido a reprimir el dolor con todas tus fuerzas, cerrarse a los demás, pero tarde o temprano estallás y volvés poco a poco a ser como eras antes de todo eso, pero, con algo que quedará en vos por siempre.
Mafuyu muestra su proceso tal cuál lo fue para mí, su Gibson para mí fue una Squier.

Hay veces que cuando me siento realmente deprimida y no sé cómo seguir adelante, imaginando los peores escenarios posible, suelo recordarla, y pensar en el dolor que ha dejado, para no hacer nada igual, para no darle la razón, para no ser como ella. Demostrarle que sí se podía...
Y es por eso, que luego de ver a Mafuyu cantar, romper en llanto y gritar, me tomó por sorpresa, y sacudió todo mi mundo, me recordó a mi yo de 17 años casi romper la Squier que me dejó.
Es algo que jamás le había contado a nadie, aunque obviamente hay personas que saben que pasé por esto en aquél momento, y luego sólo he sido capaz de contárselo a medias a pocas personas.
Pero creo que casi una década después me siento capaz de hablarlo, y de empezar a perdonarme, no fue mi desición, fue totalmente suya, y entiendo lo miserable que fue por culpa de su familia.
Tal vez no tenía el amor de ellos, pero sí tenía el mío, lástima que no haya sido suficiente.

Este verano fue el aniversario número nueve de tu muerte, te sigo llorando esos malditos días, pero cada aniversario un poco menos, tal vez ya empiezo a superarlo.

Hay que cuidar y aceptar a los que queremos.

Sin más.

Y a nosotros, simplemente nos queda aceptarlo y seguir adelante.