lunes, 24 de noviembre de 2014

Incógnita en tus labios.~♥

Aquélla tarde, se despedía de manera lenta, el cielo claro estaba por ser tapado con un manto oscuro, el cual estaría cubierto de bellas estrellas, y una perfecta, y grande, luna llena. Nos encontrábamos en la sala, en el sofá más grande de la habitación, centrado y frente al televisor. Ella, sentada contra el respaldo y en el apoyabrazos derecho del mismo, con su pierna derecha en el suelo y la izquierda sobre el sillón flexionada, y yo, recostada en ella a lo largo y acurrucada entre sus brazos.
En mi vientre, reposaban sus manos y el joystick que sostenía, y más abajo mis manos con el segundo mando. Lo que alumbraba únicamente la habitación era la luz que radiaba la pantalla del televisor y una lámpara de pie al otro extremo. El resto del área estaba a oscuras. El sonido que había, no era sólo del juego con el cual estábamos peleando, si no que nuestras voces y risas estaban a la par.
En su mayoría, me gana en los videojuegos, ya sea por poco, o mucho, da igual porque al fin y al cabo, siempre termina victoriosa.
Pero esa noche, esa noche yo tenía mucha suerte, estaba de racha. Ya le había ganado varias veces y ella muy pocas, y a su orgullo, acostumbrado a ser el mejor, le molestó. Parecía que mientras más en serio quería jugar para vencerme más fácil perdía. Y yo lo disfrutaba. Cada tanto volteaba levemente a verla, y sus expresiones se me hacían, y hacen, graciosas y dulces. Tan naturales, tan lindas, tan propios y únicos de ella.
Y cuando volví a ganarle, frunció más el ceño y echó un suspiro con disgusto.
Su dulce aliento paseó por mi rostro, haciéndome cosquillas y la miré más detenidamente, me acerqué a su cara y le besé la mejilla. Sonrió, aunque aún tenía mala cara, dejó el control en el suelo y me quitó el mío de las manos para hacer lo mismo.
Me abrazó fuerte por segundos, y luego con su brazo derecho, sostuvo mi cabeza mientras sus dedos comenzaban a coquetear con mi cabello, y la otra reposaba en mi estómago, otorgándome casi impalpables roces.
Su pecho era mi reposera, en donde sus latidos por poco resonaban en mi espalda. Su hombro y cuello eran mis almohadas, no hay otros más cómodos en el mundo. Y su piel, mi deseo. Mi sitio preferido en donde desaparecer en puro placer. Pero su boca, era el lugar en donde quería ahogarme, perder la vida junto con el aire.
Comerme las palabras que nunca me dijo, y sentir el ardor de sus pensamientos reprimidos.
Observándome por unos instante, sentí que mis ojos estaban logrando derretir los suyos, me lo afirmó sin percatarse, porque no solamente cambió de dirección su mirada, su cabeza también lo hizo.
Fui directa, ya no resistía más, o lo hacía, o moría en el intento. Moví mi torso para mirarla, alejándome unos centímetros, y mientras mantenía la distancia podía verla mejor. Pero aún seguía su vista en otro lado, con sus mejillas delatoras que tomaban más color cada instante.
Su mano izquierda continuaba posada en mi estomago, con la mía busqué unirlas y entrelacé nuestros dedos. Mientras que su mano derecha bajaba de mis rizos alborotados por mi brazo derecho y se colocó en mi espalda cerca de la cintura, como si me cubriera con ella.
Así que, sin pensarlo dos veces, mi mano libre se encaminó y sujetó con delicadeza su rostro e hice que volteara a mí.
Me gusta cuando haces éso con tu boca al fruncir el ceño... — ¿Qué... qué cosa?—. Dijo mirando hacia abajo, marcando más su gesto.Éso—Acaricié sus labios con mi pulgar de izquierda a derecha:La linda mueca que haces, contrayendo un poco tus labios que parece como si los posas sobre alguna de tus comisuras.
— Ah...— Aflojó su mueca sin dejarle expresión alguna y sus cejas ya no se arrugaban:Lo hago inconsciente. ¿Sí?, se te ve muy linda así.—La tomé de la barbilla e hice que levantara su rostro en busca de que sus ojos se encontraran con los míos, y aún así miró hacia su izquierda como si aún estuviera molesta por la derrota.
Noté que comenzaba a tener más rubor en sus mejillas, deseaba perderme en sus bellas pupilas pero no me lo permitía. Quería verme reflejada en ellas.

Mírame.—Pero aún así no lo hizo:Mírame, por favor.—Insistí suplicante.


Para mi sorpresa, colocó su vista en mis ojos sin titubeos pero con una expresión que demostraba pena y un poco de molestia. Me encanta que sea tan difícil.

Mis ojos quemaban los suyos, notaba a la perfección cómo le costaba mantenerme la mirada. Sentía un tenue ejercito de hormigas patrullando sin piedad por todo mi cuerpo. Miré sin pensar dos veces sus labios, y me quedé perpleja por unos segundos. Poco después mordió sus labios y esbozó una leve sonrisa mientras apretaba más mi mano izquierda. Parecía como si me estuviera provocando ó avergonzándose de algo, su estado cambio radicalmente, ya no pude evitar contenerme más y volví a mirarla a los ojos.

Tomé una bocanada de aire y dije:— Te amo.—Casi había sido un susurro, pero estaba más que segura que me entendió.


Lento se acercó a mi oído derecho y suspiró en él:Ya lo sé.— Y apoyando primero su húmeda lengua, mordió suave el lóbulo de mi oreja, haciendo que mi cuerpo se ahogara en un océano de sensaciones en el cual rompían como las olas en la orilla del mar.
No esperaba para nada esa respuesta, y hubiera quedado desconcertada más de lo que estoy si no fuera por ésa reacción.
¿Lo sabes...?—Repliqué aún atónita, y el aliento se me escapaba por los nervios.

Dejando de morderme, volvió a hablar:— Así es, siempre lo supe, siempre.—Regresaba lentamente su rostro al mío, pero antes acarició con sus labios mi acalorada mejilla y la besó. Luego ya estaba nuevamente frente a mí con una mirada más relajada que antes.
No era la respuesta que esperaba, pero...— Y no pude decir más, simplemente quedé viéndola a los ojos perdidamente enamorada.
¿Pero...?—Repitió, alargando la palabra, y continuó:¿Qué esperabas que contestara?—Mirándome desafiante, con una leve sonrisa malvada.
Mi mano derecha fue delicadamente acariciando su cuello, pasando por detrás de su nuca y la sujeté del cabello:— Ésto...

Mis ojos volvieron a colocarse en sus tiernos carnosos labios, me llamaban, habían marcado mi oreja, mi mejilla y quería que marquen más de mí. Así fui apegándome más a ella y atrayéndola hacia mí.

Ahora su reacción era diferente, abrió muy leve su boca e inhaló aire sorprendida, y poco después la exhaló algo más calmada, fue cuando comenzó a apretarme la mano y tomarme de la cintura fuerte. E hizo que cerrara mis ojos para disfrutar todo mucho mejor.
Sin problemas pude seguir avanzando, en ese instante sentí la frágil calidez de sus labios, y los entrelacé con los míos... Haciéndolos míos, y dándole los que ahora serán por siempre suyos. Solamente suyos.
Los apretó, los besó, se apoderó de ellos con amor, mientras yo gozaba de darle mi corazón en aquél encuentro.

Separándose a penas milímetros para suspirar nuevamente, se pintó una sonrisa en su rostro y volvió por más de esos dulces besos. Que con gusto, siempre que pueda, se los daré.


Continuamos besándonos tan despacio y a la vez tan fuerte, que cada minuto que pasaba se volvía más intenso. Como si nos los hubiéramos guardado por tanto tiempo, que deseábamos recuperar los momentos transcurridos sin ellos.

Liberó mi mano que apretaba la suya, y me tomó del rostro para acariciarme al besarnos. Mi mano izquierda buscó espacio, pasando por su cintura a su espalda y tomándola por detrás su hombro derecho. Estábamos lo más cerca posible, o al menos éso creíamos. Así se sentía.

De ése modo, nos estábamos amando, y aunque ella no me lo dijera, yo lo sabía.

Porque en cada beso me lo demostraba... Cada beso me decía "Estoy enamorada."



Pasando las horas, nos habíamos acomodado de tantas formas diferente, compartiendo risas y cosquillas de por medio, juegos y mordidas sin miedos.

Se sentía lindo, puro y muy sincero. Era lo que siempre habíamos querido, lo que tanto buscamos. Al fin nos complementamos la una a la otra.
De pronto una luz aparecía entre las cortinas de la sala en donde estábamos. Amaneció, al darnos cuenta sonreímos regocijándonos ambas.
Acostadas en el sofá me encontraba sobre ella y decidí recostarme en su pecho, sus brazos me rodearon con cariño y me acurruqué en ellos. Pocos minútos después de un hermoso silencio me dormí ahí, feliz, tranquila.
Siento el palpitar más hermoso que jamás había oído en mi vida.



Tengo tantas cosas por decirte, por demostrarte, que darte y mil maneras de amarte.
Siempre que tenga un espacio en tu corazón, por más pequeño que sea, podré depositarte todo mi amor.
Porque no hay nada que me haga más feliz en el mundo...
Que hacerte sonreír.



viernes, 12 de septiembre de 2014

Madrugadas delirantes.~

Vivo en un departamento no muy grande ni tan lejos del centro de la ciudad donde las luces nocturnas embriagan las calles transitadas por algunos jóvenes con tiempo libre. Y a ella la vi entrar al cuarto de al lado como de costumbre en estos últimos dos años, mientras yo iba al mío.
Nos dividía una simple pared y jamás hemos cruzado ni una palabra en persona, pero sin que ella lo supiera durante todo este tiempo nos estuvimos escribiendo por cartas. ¿Cómo? Simple, era nueva en el edificio y se mudó al cuarto que está pegado al mío, los muros son tan delicados que hasta el sonido tenue de su cama rechinante se escurría sin problema a mi habitación. Eso era más porque las camas estaban contra dicha pared. En el segundo mes de su estadía, una noche decidí dejarle una carta anónima bajo su puerta diciéndole que tenemos el mismo gusto musical pero que a ciertas horas de la madrugada necesitaba dormir ó estudiar y se escuchaba a cinco habitaciones de distancia, que por favor solamente quería que baje un poco el volumen como para que a tres habitaciones de la suya no se oiga nada. Y de antemano se lo agradecí.
Al día siguiente el reloj digital de mi celular marcaban las doce menos cuarto de la noche. Recién llegaba de la casa de mi madre a quien había ido a visitar. Pasé por su puerta y noté una extraña anomalía que sobresalía debajo de ella, era un objeto inanimado blanco el cual llamó mi atención, al acercarme vi que era un trozo de papel e indagué más a fondo y tenía escrito "Para: Anónima musical". Me dio tanto miedo tomarlo que mi cuerpo aumentó su temperatura con el sencillo hecho de mirar que el papel estaba dirigido a mí, de tomarlo y que ella saliera a decirme que no le pida tales cosas. Pero sentía más emoción e intriga que debía de llevármelo y leerlo. Así que primero abrí la puerta de mi departamento y dejé la llave puesta del lado de adentro. Sigilosamente volví a su puerta, agarré rápido la pequeña carta y salí disparada velozmente hacia mi cuarto cerrando en silencio la puerta con llave al entrar.
Fui a mi dormitorio, luego de cambiarme me acosté en la cama para leer la nota. Para mi sorpresa su respuesta fue muy agradable y seria, que me dejó encantada. Su personalidad llamó mi atención, se había disculpado y aceptó mi petición mientras hacía comentarios graciosos respecto a mi anonimato y los gustos musicales. Quince minutos después que yo había comenzado a leer su carta escuché que se había acostado en su cama levemente ruidosa, escuchando las mismas canciones de antes, pero con el volumen más bajo que se oía placentero. Y decidí responderle de nuevo.
Así fue como empezó, con el trato de que ninguna nunca espíe cuando la otra le ponía la nota en la puerta, de escribirnos diario, aunque había veces que alguna no lo hacía, pero en la carta siguiente dejaba la explicación.

Llegamos a tal punto de conocernos hasta los secretos más profundos y aún así, amarnos. Sí, amarnos, nos habíamos enamorado, o al menos yo de ella, pero nunca se lo dije ni hablamos el tema ya que se sentía como algo platónico y sub-real. Esa fue la razón por lo que jamás me animé durante todo este tiempo a pararme frente a su puerta y decirle quién era... aunque ella me lo pedía hace año y medio, supo respetar mi decisión.
Y así hasta el día de hoy... que decidí pedirle que ponga aquellas canciones que me hicieron escribirle las dos primeras veces y disfrutar de ellas juntas cada una en su cama. Y por la madrugada lo hizo, sentí paz, me sentía bien, y fui feliz.
Pero al pasar las horas, del otro lado de la habitación parecía todo lo contrario, la escuché llorar, poco pero aún así estaba triste e inquieta y no pude gozar más de la música.
Su voz salió libre de sus cuerdas vocales, hablaba consigo misma ó tal vez ella sabía que del otro lado alguien la escuchaba, sin saber que era su anónima. Y la oí perfectamente cuando comenzó:

- No sé, creo que enloquecí... Es muy tarde o tal vez muy temprano, porque va a ser de día y... Yo estoy loca.-rió levemente y terminó en un suspiro-. Es increíble.
Es todo, todo lo que quiero en mi vida, todo lo que me gusta, lo que me gustaría tener o que me gustaría ser... con ella. Es todo. Todo lo que me hace feliz, lo que me hace poner triste. Lo que me hace bien, que me hace mal, y extrañar. Quien me hace sonreír y a veces llorar.
Es una mujer muy loca. De las que conocí en mi vida, ella está realmente loca.-Ríe-. Y es genial, porque no estoy muy cuerda que digamos, y conectamos bastante bien.
Me encanta todo de ella; Su manera tan difícil de expresarse, lo linda que es cuando le da pena algo, que es muy rara vez. Cuando es siempre pervertida, y me dice cosas en doble sentido que no entiendo ó tardo en entender. Cuando me hace sentir cosquillas, a veces más fuerte que la primera vez, y su manera de cuidarme, de retarme... De decirme que soy suya. Maneras en las que me hace suya, sin siquiera tocarme. No sé...-rió más suave-. Estoy llorando, qué maricona... la necesito tanto...-y quedó en silencio.

Mi corazón comenzaba a quebrantarse, me sentía culpable de causar tanto dolor por capricho, estaba a una puerta de abrazarla, pero no me sentía segura de mí para hacerlo, siempre que le decía algo sobre mis verdaderos sentimientos terminaba des haciéndolo al hacerlo parecer una broma, así que solamente contuve mis lágrimas y la seguí oyendo decir:

- Ni sé por qué lloro... supongo que esto pasa.-se trababa por sus lágrimas y el nudo en la garganta.- cuando amas una persona y no la ves, no la tocas, no podes sentir su aire, sus aromas, ni sentir sus cosquillas en mi panza. Es muy difícil, pero, ella siempre dice que lo difícil es lo que realmente vale, y ella realmente vale, vale mucho, vale toda mi vida... Se volvió mi vida.
No sé cómo explicarlo es muy raro.

Y la habitación hubiera quedado sumergida en silencio desde entonces si no fuera por la música que sonaba delicada en la habitación.
No podía pensar en dejarla llorar toda la noche y hablé:

-¿Estás bien? Lo siento, no pude evitar oírte... que no sé siquiera si hablas conmigo ó tú sola.-Tuve que esperar a ver si respondía y nada, así que volvía a hablar:- Lo siento, no quise entrometerme.

- No importa, y sí estoy  bien, solamente estoy enloqueciendo por una persona, siento haberte despertado con mi llanto.-Respondió y al oír el chillido de su cama deduje que se levantó de ella, apagando su música que inundó el lugar en silencio.

Me levanté de la cama y agarrando la primer ropa que encontré me vestí lo más rápido que pude. Salí de mi departamento tan ansiosa como nerviosa, pero decidida a terminar con su tortura, debía dejar de ser egoísta, de dejar mis miedos en la basura para hacernos realmente felices. Así fue cuando de pronto me encontraba con mi mano hecha un puño y temblorosa que golpeó tres veces consecutivas su puerta. Unos segundos después ella la abrió, limpiando aún las lágrimas de sus tristes y tiernos ojos, y simplemente se quedó ahí, viéndome seria que me muté y que a duras penas sólo pude decirle:

- Siento la espera, gracias por la música.

La expresión en su rostro se modificó totalmente, parecía que iba a volver a llorar y que estaba un poco molesta conmigo, lo cual tenía todo su derecho. Pero por suerte cuando liberó sus lágrimas por completo me abrazó fuerte pegándome mucho contra su templado cuerpo y sus manos apretaban tanto que hasta mi piel era sujetada con firmeza. Era como sentir su dolor, que me lo pasaba en ese primer contacto físico y que tal vez así se aliviaría... y al parecer, así fue.
Al despegarnos tomó mi mano cruzando nuestros dedos entre sí y me llevó adentro mientras cerraba la puerta con seguro. Hizo que pasara a su dormitorio para acostarme en su cama contra la pared, aún no me decía nada con su voz, pero sus ojos tenían mil demonios que iban a asesinarme con ternura.
Volvió a poner la música, más suave, y se acostó a mi lado viéndome de frente a los ojos, y sonrió de tal manera que las alegres curvas de sus labios viajaron por el aire hasta los míos para contagiar la felicidad que sentía. Un ejercito de hormigas patrullaban en mi estómago sin piedad, y tomando mi mano con delicadeza se aproximó a mi rostro, haciendo que mi termostato corporal estallara de vesania y como dos pequeños cachorros acarició su linda y tibia nariz con la mía mientras yo me fundía en sus dilatadas pupilas, y cerrando sus ojos se acercó a mis labios diciéndome:

- Si no fuera porque verdaderamente te amo, te odiaría por haberme hecho esperar tanto.

Casi que pude decir que lo sentía, viéndola sonreír. Pero me interrumpió, no le interesaba mis escusas, razones, ni nada semejante. Discretamente me besó, y apretó fuerte sus labios entrelazándolos con los míos, tras unos minutos después quedarse placenteramente dormida a mi lado. Sin ninguna pared de por medio, y dormí feliz.








Lo que hablaba sola aquella chica, era lo que conversé alguna vez conmigo misma...
Fue una de esas noches en las cuales la necesito, y la tengo lejos.
Pero por suerte, sé esperar, y eso me tranquiliza aunque nunca mata mi ansiedad.~

martes, 2 de septiembre de 2014

Hagamos el amor.~

Para mí el amor, hacer el amor, es una y mil cosas.

No es cuando con ella nos desvestimos, unimos nuestros cuerpos, nos hacemos sudar y agitarnos durante cuatro ó seis horas. Hacernos el amor no implica besarme y tocarme apasionadamente, no es abrazarla y morderla pícaramente. No es un fuerte contacto físico donde participa mucho la fricción corporal.
Simplemente no es sólo eso hacer el amor para mí.
Puede ser cuando me da los buenos días, tardes y noches. Cuando me dice "Dulces sueños, descansa" y al despertar me pregunta cómo he dormido, cómo estoy, me brinda un beso y más.
Porque el amor no me lo hace al provocarme, seducirme ó insinuarle situaciones pervertidas, ya sea tarde o temprano. No es dejarnos sin aliento y sin ropa, ahogando el silencio de las habitaciones con gemidos. Tampoco es sólo disfrutar de nuestro sabor sexual através del éxtasis emocional, donde los deseos se bañan en nuestras bocas y manos. Ni es la refrescante ducha que compartimos juntas. Menos la lujuria de vernos desnudas, con la tentasión de poseer y naufragar en tan dichosas curvas.
Tal vez me hace el amor cada vez que me regaña por algo tierno, cuando está enferma y prefiere evitar besarme para no contagiarme, que siempre me diga que tenga cuidado al salir. La manera en la que se pone celosa y se va enfadada para no tratarme feo por su malhumor. Me lo puede hacer cada vez que me da su mirada, su atención. Cada que me recuerda que me ama y se enamora aún de mí, como yo de ella. Que con su linda voz me habla tan dulce provocando que sienta revoluciones eléctricas y mariposas alborotadas.
No es cuando esperamos una noche especial para entregarnos nuevamente al placer puro. Que a pesar del año y medio casi juntas, nos seguimos atreviendo a experimentar cosas nuevas.
Podría ser la manera en que le gusta que me siente sobre ella y la mime mientras hace sus tareas de la facultad, ó cada almuerzo, merienda y cena compartidos. Dormir abrazadas cuando una se siente mal, y protegernos. Las peleas que terminan en llantos, abrazos, besos y "lo siento".
Cuando nos damos cuenta que la conexión para entendernos y complementarnos es perfecta. Que a pesar de ser tan distintas, a la vez somos iguales. Tal vez somos la una para la otra, como tal vez no, pero buscamos seguir porque no hay nada que se compare a tan increíble relación... Y muchísimas cosas más puede ó no ser hacer el amor.

Porque para mí realmente hacer el amor con ella es;
saber que puedo caminar y sostener su mano.
Que con ver sus ojos me doy cuenta que soy feliz.~

01/09/14

lunes, 10 de marzo de 2014

Mi sexualidad, y el camino que vivimos.~

Mirá, para mí no existe tal closet, a menos que tú te dejes poner las cuatro paredes del mismo por los demás...
Es larga mi historia pero ahí va algo resumida.

Cuando tenía once aňos descubrí que por primera vez me gustaba alguien, pero ese alguien era una compañera de 4to grado en primaria y obviamente lo oculté por miedo, porque era raro y nuevo ya que ni sabía bien qué era la homosexualidad a esa edad, antes ni se veía como ahora. Así que lo guardé.
A los 13 hablando con mi madre me lo preguntó y lo negué, vamos, ni había dado mi primer beso, no sabía...
A los 14 por primera vez lo admití a mi grupo de amigos y compañeros cercanos de la secundaria, porque me preguntaban por qué siempre rechazaba a los chicos, pero mi familia y sociedad no lo sabían. Hubo sucesos muy fuertes luego por haber dicho mi sexualidad, pero luego de dos veranos todo se calmo, aunque no fue sencillo se puedo.

Tiempo después cumpliendo 16 se divulgó y lo sabía toda mi escuela, tuve muchos problemas, insultos, comentarios homofobos, burlas, publicaciones ofensivas en grupos de Facebook, y pérdida de "amistades", entre otras cosas y que nunca faltaba la chica que me dijera en el recreo "Lesbiana de mierda, das asco..." y demás.
Eso hizo que me construyera de a poco las cuatro paredes del famoso closet, sumando que mi familia en las cenas preguntaban siempre por "el novio" ya que jamás tuve uno y me sentía forzada a tenerlo por ellos, no decepcionarlos y que se sientan orgullosos de su única hija, única hermana, prima, nieta y sobrina. Y con eso terminé dejando que me encerraran todos en el closet y hacerme más difícil y larga la salida de él.

A los 17 me sucedieron cosas horribles de las cuales son muy personales y jamas hablo. Cosas que he escrito en mi blogg, pero nada claro. Que las recuerdo y duele tanto que lloro y por eso prefiero que siga igual de omitido.
Una vez charlando con mi hermano mayor me lo preguntó, se lo admití llorando un poco y guardó el secreto.
Para los 18 estando de novia con una chica, socialmente pública la relación, aún no se enteraba mi familia.
Otra vez mi madre me preguntó, con el mejor cariño y la sonrisa más sincera del mundo mientras hablábamos, y lo afirmé, ya tenía 18 años, había tenido dos novias y con esa tercera lo largué...
Y fueron las palabras que más me costaron pronunciar en mi vida a alguien.

"Sí, mamá, soy lesbiana, y llevo un mes de relación con una chica y realmente la quiero."

Rió y me dijo que ya sabía que lo era pero que bueno que al fin se lo contara. Sentí que me quité un enorme peso de encima...

Aunque por desgracia faltaba decírselo a mi padre, y no pude, sentía rechazo de antemano. Así que decidí mostrarles mi felicidad junto a otra mujer en mi Facebook a todos haha.
Funcionó, en una cena familiar, de parte de mi padre, con mis tíos hablábamos de mi relación con mi padre y la falta de conversación que teníamos, y me dijeron si una de las causas era porque me gustan las mujeres y me daba miedo decírselo, lo afirmé e inmediatamente me quebré a llanto y me abrazaron... Me dijeron que aún así me iban a querer todos y luego lo supo el resto de mi familia y me sentí libre.


La verdad que tuve suerte de que ellos me lo preguntaran y me haya sido más sencillo confesarlo.
Pero siempre cuesta. A mí llevó tener 18 años para poder admitirlo.
Y aunque casi nunca tocamos el tema, me aceptan como soy.

Y sinceramente, respeto lo que piense la sociedad, pero siempre me importó un carajo la opinión del desconocido. Me interesaba ser aceptada por mi familia nada más, y los amigos se quedan sólo los verdaderos y a esos serían a los que querría y así fue.

Es mi vida contra su opinión, es mi manera de ser contra su forma de pensar, y es mi felicidad contra sus prejuicios.
Mi amor contra su odio.
Y ya no dejaré que nadie me vuelva a construir paredes de un closet a mi alrededor jamás.
Así que vos tampoco dejes que te construyan un closet, luchá por lo que queres y por quién sos.
Amá y respeta, sólo eso...

Y gracias, gracias a todo aquel por quererme tal como soy, por quién soy y me gusta ser.

Se necesita fuerzas, mucha fuerza propia, apoyo de los seres queridos y ¡A la mierda la sociedad! y ¡Qué viva el amor y la felicidad en los ojos de quienes queremos!

domingo, 12 de enero de 2014

Sonríeme.~

De esas noches frescas, donde la bruma se pasea por las calles, me encontraba en mi habitación, me había levantado de la cama y estaba parada frente al espejo, no había terminado de cambiarme, seguía con el pantalón desabrochado y debía ponerme al menos algo arriba y no estar con el torso totalmente descubierto. Pero vino y me abrazo por la espalda y no dejó que me vistiera... Sus brazos cubrían, uno mis pechos, y el otro mi estómago sin intención alguna más que tenerme. Apoyó su pera en mi hombro derecho y respiro con suavidad en mi oído, volteé mi cara para verla y al mirar sus tiernos ojos sonreí un poco. Quitó su brazo de mi panza y acarició paulatinamente mi mejilla ruborizada.
 
       
-         Sos hermosa, amo tu sonrisa.- dijo y sonreí aún más.
Dirigió su rostro a mi espalda, besó delicadamente mi tatuaje y corroboro lo ya dicho.

          -        Realmente sos hermosa, y te amo...
Sentí unas cosquillas y un escalofrío que pasearon por todo mi cuerpo con sigilo. Me di media vuelta y me coloqué frente suyo y la besé con todo mi amor por ella.
         -        Te amo también.- respondí de dulce manera y feliz.
Sonrió únicamente como ella sabe hacerlo, de la forma más bella y perfecta en el mundo... Y me enamoré... de su sonrisa... sencillamente.~